jueves, 21 de enero de 2010

El bosque Aokigahara o Mar de Árboles


Hoy en día casi la tercera parte de la masa terrestre está todavía cubierta de bosques, pero no es más que la mitad de los que había hace 10 mil años. Aunque la noticia alarmante es que la mitad faltante fue destruida en los últimos 80 años, principalmente desde los años 70 hasta la fecha. De las 148 naciones que disponían de áreas forestales, 82 han perdido todos los bosques que tenían.

Para recordar a estas inmensas masas de árboles, desde El Blog Verde vamos a ir visitando “virtualmente” los principales bosques del mundo que todavía siguen intactos, si bien casi todos ellos muy reducidos de su tamaño original.

Hoy vamos a recorrer el bosque Aokigahara también conocido como Mar de Árboles, que se encuentra en la base del Monte Fuji, en Japón.

Se trata de un antiguo bosque con mucha historia humana en derredor y dentro suyo. Son innumerables las leyendas e historias de monstruos y fantasmas que se cuentan sobre este bosque de siniestra reputación.

El suelo de Aokigahara consiste principalmente enroca volcánica, difícil de penetrar con herramientas de mano como picas y palas. Sus principales atractivos, aparte de los árboles en sí, son la Cueva de Hielo, y la Cueva de Viento. Un mito popular sobre el Aokigahara es que los depósitos magnéticos de hierro que hay allí dentro, hacen que los compases y GPSs dejen de funcionar, causando que los viajeros se pierdan. Es totalmente falso, ya que no hay problema alguno con las brújulas y demás.

Al internarse en el Aokigahara, yendo hacia el Monte Fuji, el primer kilómetro está muy contaminado por el ser humano. Aunque resulte difícil de creer una de las principales causas es la gran cantidad de suicidios que se realizan dentro del bosque. En el 2002 se encontraron 78 cuerpos, superando el record 1998: 73. Por esta causa hay una serie de caminos marcados con cinta plástica que son para la caza “anual de cuerpos”, de voluntarios que se adentran a buscar los cadáveres de los suicidas. La cinta nunca es removida entonces se van acumulando desperdicios que nadie junta.

Pero más allá del primer kilómetro el bosque está en condiciones casi originales, sin signos obvios de contacto humano. Se dice que casi no hay sonidos más que el viento sonando a través de las hojas.

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